Mi familia de origen (actualizado hasta 2014) Imprimir

Mi padre, José, oriundo de Arica, fue muy independiente de su familia de origen, por lo que se formó y construyó gracias a su propia disciplina y esfuerzo. Trabajador incansable, en una época que era posible logró reconocimiento y progreso laboral en su trabajo en la gran minería del cobre, a pesar de carecer de formación superior técnico profesional.

Margarita, mi madre, era una flor de la región rural de Curicó (Villa Prat), hija de campesinos guardó siempre la sabiduría y calidez de su origen. A mis 5 años, durante un inolvidable invierno, con paciencia e intimidad, me enseñó a leer. Esta singular experiencia la hice propia con mis hijas. Mi hija Alejandra, a su vez, lo ha continuado con Sebastián, su hijo mayor (Cristóbal, aún muy pequeñito está en lista de espera).

Nací en el campamento minero de Sewell (el Teniente) Chile, donde viví hasta los 10 años. Recuerdo con cariño el paisaje de la montaña con los distintos tonos de color de la tierra, la festiva llegada de la nieve en invierno y las mil escalas que tejían el lugar. Vivir en una situación insular, montaña adentro, a cuatro horas de ferrocarril desde Rancagua, la ciudad más próxima, nos proporcionaba a los niños un particular ambiente de autonomía y seguridad para nuestros juegos fuera de casa.

Soy el menor de cuatro hermanos: Osvaldo, Margarita y Silvia. Ser el menor me permitió gozar en plenitud de su especial cariño, generosidad y protección y -por cierto- usufructuar gratuitamente de todas sus conquistas sociales de autonomía intrafamiliar.

Estoy casado con Georgina. Nos conocemos desde los 12 años cuando éramos compañeros de curso en el Liceo Experimental Darío Salas. Desde entonces hemos sido amigos, pololos, novios, esposos, amantes, compañeros y socios de nuestra principal empresa: la construcción cotidiana de una nueva familia.

Tenemos dos hijas: Alejandra y Karina. Alejandra, casada con Esteban, y dos nietos: Sebastián y Cristóbal. Para quienes sean padres y abuelos les será fácil comprender que hablar de ellos sería interminable y para ellos probablemente bochornoso, de modo que solo diremos que son el centro de nuestra permanente atención y la fuente principal de alegría de nuestras vidas.

Soy católico, participo en el Movimiento Cursillos de Cristiandad, mi conversión a la fe y a la religión fue en la adultez, lo que me hace ser tan apasionado por ella, como tolerante y muy respetuoso con quienes tienen otras religiones, no comparten la fe por no haberlo pensado o son agnósticos por voluntaria opción.

Como ven soy un hombre de familia común y corriente.